viernes, 4 de noviembre de 2011

¡Jilguero! Que bien cantaba,

¡jilguero! Que bien cantabas,
aquella tarde otonal,
perdido em  un maizal,
entre mazorcas doradas.

Yo permanecia quieta;
para que no te asustaras,
escondida entre las habas
escuchando tu concierto.

Jamas oi nada igual;
ni vi a un tenor tan pequeño:
los bises eran de ensueño;
y el concierto magistral.

pero levantastes el vuelo;
hacia otra latitudes:
te perdistes entre las nubes
y yo me quité el sombrero.

        Faustino   Espinosa

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